Estaba nervioso y no sabía que esperar. Tenía miedo porque iría a un lugar desconocido. Me miraba fijamente en el espejo del baño. Quería que mañana no llegara. Por qué vas a ir? Me pregunté una y otra vez. Que hay en ese país que te llama tan insistentemente?
Después que obtuve la visa en Nueva Delhi, me fui a hacer un trekking por los Himalayas y luego a Kashmir. Dos lugares muy interesantes y muy diferentes desde un punto de vista religioso, además de una belleza natural extraordinaria.
Hace dos días ya estaba en Amritsar, ciudad de India que es interesante por dos motivos puntuales. Es donde se encuentra el famoso “Templo de Oro” de los Sikh y donde está el único paso fronterizo abierto entre India y Pakistán. EL cual la mañana siguiente yo estaría cruzando, sin saber lo que me esperaba del otro lado.
Esa noche decidí salir a caminar, tenía ganas de tomar alcohol. Quería envalentonarme, no tener miedo y olvidar. Encontré un restaurant donde vendían cerveza. Como todos los “bares” de India el lugar era muy oscuro, como si los “alcohólicos” no quisieran que los vean, como si tomar una cerveza fuera un mal karma, condenable por el resto de la sociedad y muy vergonzoso para el culpable. Yo me senté solo en una mesa, ordene una cerveza y comida.
Luego de unos minutos me di cuenta que en otra mesa habían dos borrachos. A estos ya no le importaba que otras personas los vieran, habían perdido todo pudor. Estaban gritando y se reían aun más fuerte de lo que gritaban.
Sin darme cuenta, porque estaba mirando en la televisión una película de Bollywood, llegó a sentarse a mi mesa uno de los borrachos ruidosos. No recuerdo que me preguntó, pero seguro fue algo asi como: De dónde eres? Cuál es tu actor de cine favorito? O que piensas de India? El quería conversar y yo, estar solo. Ante la insistencia del borracho por querer hablar, yo llame al garzón y le dije que sacara al borracho de mi mesa. El garzón no hizo nada, se notaba que el borracho tenía buena situación económica y quizás era un cliente frecuente. El garzón no quería tener problemas.
El borracho seguía preguntado y yo seguía ignorando, mi mal humor seguía creciendo y mi paciencia seguía disminuyendo, sin aguantar más, le grite en la cara que se fuera! El borracho se volvió loco, me gritó que quien me creía, que no estaba en mi país, que tuviera cuidado, se paró y agarro una silla, me la quería tirar por la cabeza. Yo ya estaba de pie, listo para esquivar la silla y esperando que la pelea empezara.
Ahí fue cuando los garzones y el encargado del lugar intervinieron. Le quitaron la silla antes que la tirara y echaron del bar a los dos borrachos. Cuando se iban me dijeron que me estarían esperando afuera para pelear, yo estaba todavía de pie esperando un golpe que nunca llegó. El lugar volvió a la calma, pero ahora sin los gritos ni las risas. Me senté, termine mi cerveza y pedí otra más.
Había logrado olvidarme por algunos minutos, pero pronto me di cuenta que de nuevo estaba pensando en mañana.
